Cinco cosas que me habría gustado saber antes de estudiar filosofía

Por lo anterior, ahora escribiré para ustedes lo que me habría gustado saber antes de estudiarla, así como también durante el transcurso de la carrera, porque hay muchas cosas que uno olvida en el camino.

Columna escrita el 10 de diciembre del 2020 para Filosofía y Humor.
1700 palabras – 10 minutos de lectura

Cuando estaba en el colegio tomé la decisión de estudiar Licenciatura en Filosofía porque me di cuenta de que me gustaba todo y, a la vez, nada me gustaba lo suficiente. Asumí como premisa la filosofía que nos enseñaban en el colegio: muy básica y más parecida a una “historia de la filosofía” que a la filosofía misma. Por cierto, me pareció una idea bastante sensata. La decisión de estudiar filosofía se arraigó y esparció en mí como las flores en primavera. Luego de estar resuelta con mi decisión, no ocurrió mucho más: no me informé respecto de las universidades ni tampoco acerca de la carrera. Por lo anterior, ahora escribiré para ustedes lo que me habría gustado saber antes de estudiarla, así como también durante el transcurso de la carrera, porque hay muchas cosas que uno olvida en el camino.

En este escrito no romantizaré la filosofía ni tampoco su estudio. No se tratará de un escrito que promueva el estudio de la filosofía —al modo de un protréptico de la antigüedad—, sino una carta honesta acerca de los temas prácticos que rodean el estudio de la filosofía. Para convencerte de estudiar esta disciplina está toda la página de Filosofía y Humor. Aquí no encontrarás frases como “déjalo todo de lado y sigue tu vocación” o “el amor a la sabiduría es superior a todo”. No lo diré porque —personalmente— no creo que exista algo así como “vocación”, sino que es determinación y, por otra parte, el “amor a la sabiduría” no es ciego y está sujeto a esfuerzo o momentos de duda. Este escrito expondrá las cinco cosas que a me habría gustado saber sobre lo que se requiere para estudiar filosofía en la universidad en el siglo XXI, especialmente en el ámbito práctico.

1.- Puedes amar la filosofía, pero no necesariamente todo lo que conlleva

Primero, no porque la carrera sea de tu agrado en general, todo lo que ella conlleva también lo será. No todos los profesores ni los cursos, asignaturas, ramos o seminarios te gustarán. Muchas veces será muy tedioso asistir a clases, ya sea porque la materia no te parece interesante o porque el profesor es aburrido o te desagrada por cualquier motivo personal. La filosofía es amplia y profunda y, a medida que descubres tus afinidades, también reconoces tus antipatías. Lo importante es asistir y tomar apuntes. El objetivo teórico del estudiante es aprender, pero el práctico es aprobar las asignaturas. Para esto, lo más sencillo es asistir a clases y tomar apuntes. ¿Lo harás todos los días? Probablemente no, pero es importante tener una mentalidad disciplinada que te permita continuar. Aquí, más allá del amor por la filosofía que tengas, lo importante es la disciplina como en cualquier otra carrera universitaria.

2.- Las calificaciones, esa burocracia

Como segundo lugar: priorizar. Todas las materias tienen la fantasía de ser la primordial y la única que tú tendrás en el imaginario de algunos profesores. Como tal, es posible que exijan mucho tiempo. Tendrás que hacer sacrificios en el camino e intentar ser inteligente respecto de los ramos, materias o seminarios que más te interesen. Analiza qué asignaturas tienen más créditos o peso porque eso influirá más en el promedio que las que tienen menos. Dedicarle menos tiempo a una no implica que te vaya a ir mal, sino que es un cierto tipo de honestidad contigo mismo. Priorizar te permitirá distribuir mejor tu tiempo, plantearte objetivos claros y que, eventualmente, te vaya bien en las asignaturas más difíciles.

Como dice Aristóteles, una golondrina no hace verano, así como una mala nota no te convierte en un fracaso. Con esto me refiero a que ninguna prueba en su singularidad durante el semestre determinará que te vaya bien o mal en la carrera, ni tampoco el examen final de una asignatura. Son simplemente datos técnicos que se promedian y otorgan un cierto resultado de carácter burocrático. A su vez, estos se promedian con las otras asignaturas de tu carrera. No es tan grave si te va mal en uno, pero no dejes que se haga costumbre.

“Pero el tiempo vale oro y hay pocos dichos tan acertados como este”

3.- El tiempo libre es una mina de oro intelectual

En tercer lugar, no desaproveches los tiempos libres que tienes. Está bien tomarse un café y conversar una hora con otras personas en la universidad; hay que descansar la cabeza. Pero el tiempo vale oro y hay pocos dichos tan acertados como este. Si bien en el punto anterior hablé de priorizar el tiempo que le dedicas a cada asignatura, aquí quiero hablar del tiempo que le dedicas a la universidad en general. La universidad no es como el colegio: no tienes que ir de ocho a tres de lunes a viernes, ni tampoco tienes un curso cada dos horas desde el inicio de la jornada hasta su fin. En este sentido, tendrás mucho tiempo libre. Ocúpalo. El “tiempo libre” podrá resultarte costoso. Aprovéchalo. Estudia en los momentos que no tengas clases y así sucederán dos cosas: tendrás mucho más tiempo para estudiar y no tendrás que quedarte hasta tarde por la noche. La rutina de estudio es lo más importante para aprender y, para crear una rutina, hay que ser disciplinado. La rutina es un hábito y el hábito es un cierto tipo de inercia: cada vez que te levantas a estudiar o asistir a clases se va haciendo un poco más fácil hacerlo. Y al revés: cada vez te ausentas de la universidad o tienes la oportunidad de quedarte conversando con un café en la mano, será más tentador que ir a estudiar o, dicho en otras palabras, cada vez será más difícil conseguir tiempo de estudio. No se trata de tomarse un café todos los días y conversar por una hora; se trata de perder toda la tarde en ese café. Lo mismo con ausentarse a clases: ponerse al día en la materia implica tiempo extra que no tendrías que dedicarle si asistieras, además de que nunca aprenderás lo mismo. Y, si te ausentas muy seguido, ponerse al día será cuesta arriba. A todas luces, ausentarse de clases es un pésimo negocio.

4.- Aclara tus dudas antes de que sean problemas

En cuarto lugar, pregunta todo lo que debas preguntar y, por si no quedó claro con el punto anterior, asiste a clases. La asignatura muchas veces es una introducción a la materia; la gran mayoría de las veces no se entiende efectivamente algo hasta que lo estás estudiando o lo tienes un poco más “digerido”. En este sentido, es posible que no se te presenten duda en clases y que surjan cientos de ellas luego, cuando estés estudiando y profundizando o digiriendo lo visto. Envíale un mail al profesor preguntando si puedes ir a su oficina o simplemente anda y hazle el cerro de preguntas que tengas. Ellos te las aclararán, pero recuerda: los profesores se dan cuenta de quiénes van y quienes se ausentan. Te aclararán las dudas con más gusto si notan que hay un esfuerzo tuyo constante y no eres un “aparecido” para los exámenes finales, cuando muchas de tus preguntas fueron aclaradas a lo largo del curso. Asimismo, recuerda que la mejor forma de aprender es entender y no memorizar. Si entiendes, la memorización vendrá sola. Una duda puede aparecer múltiples veces hasta que entiendas mejor lo que estás estudiando porque, incluso cuando crees que aclaraste y entendiste un tema, más adelante, en una profundización ulterior, puede que aparezca de nuevo la misma incertidumbre bajo matices diferentes.

5.- En los deportes te lastimas el cuerpo; aquí puedes lastimarte la mente

En quinto y último lugar, me habría gustado saber que la carrera tiene una doble dificultad: física y mental. Así como verás que muchos de tus compañeros desertan de la carrera, tú también tendrás un desgaste. No saber si la carrera verdaderamente te gusta, si acaso debieras cambiarte. Si tienes “dedos para el piano” (habilidad natural para aquello a lo que te dedicas) o qué harás en el futuro en términos de trabajo serán algunas de las dudas que tendrás a lo largo de la carrera. Habrá frustraciones, obtendrás malas calificaciones, te cansarás y dudarás. Todo lo anterior es normal, pero debes monitorear tu salud mental porque, así como un deportista puede lesionarse una parte del cuerpo, en una carrera como filosofía puedes lesionar tu mente. Es intensa, frustrante, demandante y no siempre es fácil percibir la gratificación. Si te lesionas en el camino, recuerda que necesitarás un tiempo para recuperarte y seguir adelante. Debes darte ese tiempo porque dos cosas suceden con una lesión no tratada: empeoran o cicatrizan mal. Ahora bien, ten en mente que es bueno lamerse las heridas, pero no quedarse en ello.

“la vida es como un tren: hay diferentes vagones con una gran variedad de asientos distintos y cada uno de ellos requiere un ticket diferente”

Verás, la vida es como un tren: hay diferentes vagones con una gran variedad de asientos distintos y cada uno de ellos requiere un ticket diferente. Si decides estudiar filosofía —así como cualquier otra carrera— optas por cierto vagón y tickets a cierto tipo de asientos. Te verás con gente que optó por los mismos tickets. Si titubeas o te arrepientas en algún momento del viaje, será más difícil obtener tickets para mejores asientos en el mismo vagón, mientras los mejores van siendo ocupados por otros viajeros. Intenta no limitar tus oportunidades. Si te va mal en la carrera, irás perdiendo posibles tickets: te quedarán menos posibilidades de las que tenías en un inicio y tendrás menos opciones dónde sentarte. Hay gente que se irá bajando de tu vagón antes que tú y puede ser que te bajes del vagón antes que otros con los que comenzaste el viaje. El tren se detiene, pero si te quedas mucho tiempo en el andén puede que no alcances a subirte al mismo y debas esperar al que viene. Tampoco aquí nos encontramos con lo correcto o incorrecto: son diferentes situaciones de la vida, pero debes tener claro que los trenes se van y los demás continúan con su vida, con su viaje. Si necesitas parar y respirar aire limpio está bien, pero nadie te esperará y volver a subirte al tren dependerá de un nuevo esfuerzo personal.

Sobre el autor:

Claudia Lewis es Licenciada en Filosofía por la Universidad de los Andes, Chile.
Su afición por la cultura oriental la llevó a participar en el International Winter Program de la Chung-Ang University de Corea del Sur, cruzando los dedos para encontrarse con alguno de sus “idols”.
Es uno de los miembros de Fundación Cultura Filosófica y está detrás del proyecto Filosofía y Humor.
Generalmente, es la persona que responde sus mensajes cuando escriben al Instagram de Filosofía y Humor.
Biodegradable.

2 comentarios

  • Estoy muy de acuerdo. Ahora estoy terminando mi carrera de psicología (próximo a mi examen de título), y me pasó muchas veces lo acabas de decir. Pero insistí y logré llegar hasta el final. Creo que mi carrera fue una gran instancia de aprendizajes, y en donde me costó mucho aprender un hábito de estudio – de hecho, todavía me cuesta, pero he logrado mejorar, sin duda. El tiempo es valioso, y la disciplina es una de las cosas más difíciles de aprender. Pero creo que el corazón nos puede ayudar mucho para no desistir. El apoyo de la familia y amigos es vital para continuar, y sin ellos, mi situación actual no hubiera sido posible.

    Además, los sentimientos movilizan el aprendizaje. Si la materia de la disciplina no nos moviliza, sería bueno plantearse otros objetivos; pero si hay un gusto en el aprendizaje, por muy mínimo que sea, vale la pena quedarse. La psicología es un arcoíris, posee muchas subdisciplinas y teorías. De no haber sido por estas otras áreas, hubiese desistido.

    En fin, muchas gracias por tus consejos, y los tomaré muy en cuenta antes de estudiar filosofía, que espero que así sea. Para finalizar, tengo una pregunta. ¿Qué es lo que más te gusta de la filosofía? Espero que no sea una molestia, y verdaderamente muchas gracias.

    ¡Saludos!

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    • Estoy de acuerdo, la disciplina sólo es positiva en tanto que su objeto movilice al sujeto.

      Lo que más me gusta de la filosofía es que me desafía intelectualmente, pero también me gusta que los problemas que ella presenta son, al final del día, nutritivos para el alma.

      ¡Gracias por tu respuesta y saludos!

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